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Mónica Ordóñez

Coordinadora de Contenidos en Kelly México, con más de 10 años de experiencia en la generación de contenidos y diseño editorial, egresada de la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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Publicado en: Vida laboral, Tendencias en el lugar de trabajo

¿Sabes qué es el síndrome del impostor?

Todos podemos llegar a tener el sentimiento de que no somos suficientes, especialmente en el trabajo, donde se nos juzga por nuestras capacidades, desempeño y resultados. El síndrome del impostor se produce cuando esto se convierte en parte de nuestro patrón de pensamiento habitual y nos hace dudar de nuestros esfuerzos y logros.

Las características incluyen la incapacidad de evaluar con precisión nuestra propia competencia, el miedo a ser vistos como un fracaso y que se nos impida alcanzar metas alcanzables.

El síndrome del impostor se asocia con insatisfacción laboral, agotamiento y bajo desempeño profesional. Sin embargo, a pesar de ello, el 75% de las mujeres en puestos de liderazgo, que han alcanzado mayores niveles de éxito en sus campos, dicen haber experimentado el síndrome del impostor a lo largo de su carrera.

El síndrome del impostor es abrumador, pero podría ser algo bueno. Además de las características negativas, también se asocia con un alto rendimiento, el establecimiento de metas desafiantes y puede crear sentimientos de motivación para lograrlas. Estas pueden ser emociones nocivas en exceso, pero puedes aprender a aprovecharlas y utilizarlas para impulsar tu desarrollo profesional, mientras disfrutas de tus éxitos con la mentalidad adecuada.

Normalmente, las mujeres solo solicitan un empleo cuando cumplen con el 100% de los requisitos, sin embargo, los hombres lo hacen aun cuando solo cumplen con el 60%. Las mujeres también tienen un 26% menos de probabilidades de pedir una recomendación. El resultado es que solicitan un 20% menos de empleos, a pesar de tener un 16% más de probabilidades de ser contratadas. Cuando el síndrome del impostor se convierte en un miedo que nos impide intentarlo, tenemos que cambiar la forma en que interpretamos esos sentimientos.

La clave para superar el síndrome del impostor es aprender a no tener miedo al fracaso e incluso aceptarlo. El fracaso es un maestro invaluable y las personas más exitosas cometen errores y crecen aprendiendo de ellos hasta encontrar el camino hacia el éxito. No intentarlo es el único fracaso real que puede detenerte.

En cambio, deberíamos ver los sentimientos del síndrome del impostor como una oportunidad de crecimiento. Si sientes que no estás seguro de cómo lograr algo, es bueno porque nadie lo sabe todo. Cuando solicitas un nuevo trabajo, debes sentir el síndrome del impostor porque significa que tienes una oportunidad de desarrollarte. Cuando ese sentimiento pase, es hora de buscar el próximo ascenso y explorar otras vías para ampliar tus horizontes.

Es importante recordar que no tienes por qué lidiar solo con el síndrome del impostor. Cuando estás atrapado en tu propia cabeza, los pensamientos negativos pueden salirse de control. Hablar con otras personas (ya sean amigos, compañeros o un profesional) puede ayudarte a superarlo. De hecho, el 72% de las mujeres profesionistas ha buscado el consejo de un mentor o un profesional para superar el síndrome del impostor.

 

¿Cómo pueden apoyar las empresas?
Es importante que las organizaciones y las empresas sepan que el síndrome del impostor puede impulsar el éxito, pero también puede ser el resultado de factores ambientales como el sesgo institucional. Cuando están involucradas influencias externas, es más difícil para un individuo lidiar con los sentimientos de ansiedad de manera positiva.

Un ejemplo de ello es el hecho de que las mujeres representan solo el 24% de los profesionales de la tecnología, a pesar de ser la mitad de la población. El 56% de las mujeres abandonan sus trabajos en el campo de la tecnología a mitad de su carrera, lo que supone un problema grave. Además, el 57% de las mujeres en profesiones de tecnología, ciencias o ingenierías informan que experimentan el síndrome del impostor, sintiendo que no encajan ni pertenecen a esas áreas. El resultado es que terminan dejando sus trabajos demasiado pronto o no solicitan ninguno. Por lo tanto, las empresas deben alentar a las personas (especialmente a las mujeres) a postularse para puestos para los que tal vez no tengan todas las calificaciones necesarias y deben promover la selección de sus candidatos en función de su potencial.

Esto hace que las personas motivadas y talentosas sean menos propensas a postularse para proyectos o roles en los que sobresaldrían. Las empresas deben evaluar su proceso de asignación de proyectos y asegurarse de que sus trabajadores históricamente excluidos tengan oportunidades en los mejores proyectos.

El sesgo perjudica la productividad y la rentabilidad de las empresas al hacer que sus empleados con mayor potencial tengan menos éxito. Es fundamental apoyar a las personas brindando capacitación y recursos para fomentar su bienestar mental y sus aspiraciones profesionales.

Las mujeres suelen quedar rezagadas en lo que respecta al progreso y a una remuneración justa, dos factores principales que contribuyen a las brechas salariales sistemáticas. Por eso se deben realizar auditorías periódicas de las tasas salariales y de ascenso para exponer las injusticias sistémicas y tomar medidas para corregirlos.

Las empresas que quieran tener éxito y seguir siendo competitivas deben promover la inclusión y cultivar un espacio de trabajo que reconozca y valore a todos.

El síndrome del impostor puede provocar resultados emocionales y profesionales negativos. Sin embargo, también puede significar una posición de crecimiento y potencial. Para alcanzar el éxito es fundamental aprender a afrontar el fracaso, asumir riesgos, aprender de experiencias anteriores y mantener un estado de progresión constante. Nadie es perfecto, pero siempre podemos exceder nuestras expectativas si superamos nuestros miedos.

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